
En el módulo anterior remarcábamos las líneas generales de la ficción y del cuento. Ahora, para ahondar en el trabajo con los textos literarios, sería conveniente retomar el concepto de «fantasy», porque éste será fundamental para el abordaje de los cuentos de Cortázar, y, en cierta forma, si bien no aplicable en toda su dimensión a los cuentos de Borges, útil para problematizar sus textos.
Rosmary Jackson señala que el concepto de «fantasy» fue aplicado indiscriminada e indistintamente a todo tipo de narración que saliera del marco del “territorio de lo humano” o que lo violentara. Así, se habló de fantasy cuando se hablaba de leyendas, fábulas, mitologías, relatos folklóricos, ciencia ficción, géneros góticos y de horror, cuentos de hadas y hasta escritos surrealistas. No obstante, este criterio –como todos los criterios conceptuales que sobrecargan de sentido a un concepto- terminó por vaciarlo, por mostrar sus futilidades y carencias. Por tanto Jackson se propone un deslinde que nos permita comprender de qué hablamos cuando hablamos de fantasy.
El Fantasy sería algo así como una «franca violación» a lo que generalmente se acepta como “realidad”, como condición humana, como soporte de lo tangible y lógico, como lo aceptado del mundo base, del mundo “real”, el logocentrismo, tan caro a los occidentales (cfr. Jackson, 1986:12), como también violación hacia todo aquello que consideramos como «posibilidad». El fantasy amplía los márgenes de lo posible. Esta franca violación sería la que le permite al escritor tejer un mundo narrativo que se encuentre afuera de toda la lógica de “lo real”. En la estructura narrativa del fantasy «se disuelven todos los sistemas de orden temporal, espacial y filosófico; se quiebran las nociones unificadas del personaje; el lenguaje y la sintaxis se vuelven incoherentes. A través de este “desgobierno” permite un “cuestionamiento fundamental” al orden social, y urde acertijos metafísicos con respecto al sentido de la vida…» (Jackson, 1986:13).
En efecto, el fantasy proporciona una visión otra sobre el mundo base, pues, como ha señalado Jean Paul Sartre, mientras la fe religiosa –en la Edad Media- se imponía como sistema simbólico y discursivo, los mundos y modos de trascender lo humano se realizaban mediante el ascetismo, el mistisismo y la metafísica, los cuales operaban como los dispositivos privilegiados para generar esa vía de fuga hacia otros teritorios imaginarios. Cuando se quiebran estos sistemas, por el avance del capitalismo moderno, y el laicismo se transforma en sistema cultural dominante, el fantasy adquiere otro modalidad, otra tipología, otro territorio discursivo, otro rostro, otra forma: ésta se vuelve cuestionadota del orden vigente, se convierte en una casa “extraña a éste y aspira a transformarlo el (Jackson, 1986:15). Por eso, a no confundirse aquí: el fantasy no es fabulación, sino un cuestionamiento a las estructuras racionales del realismo, pero desde dentro de él. Es decir, lo fantástico no serviría como encarnación positiva de la verdad, sino como búsqueda tras la verdad, en sus espaldas (cfr. Jackson, 1986:13).
Los relatos que trabajan con el fantasy se posicionan en el intersticio entre lo maravilloso –increíble- y lo mimético –creíble-, y de esta manera introducen un diálogo con lo real (Jackson, 1986:33); para desestructurarlo, deconstruirlo , volverlo extraño, señalar sus falacias argumentativas, etc. Abarca regiones que no tienen explicación racional, y a menudo escapa de toda interpretación (Jackson, 1986:22). Sin embargo, el fantasy re-convina o reinvierte lo real pero no escapa de su esfera, no puede existir en forma independiente. Existe solamente en forma parasitaria. Necesita –y esto es una condición sine qua non- de los sistemas del mundo base para poder reconvinar sus materiales estéticos.
En este sentido, «el fantasy expresa la “subjuntividad negativa”; el fantasy es fantasy porque contraviene lo real y lo viola. El mundo real está constantemente presenta en el fantasy; por negación…fantasy es lo que no hubiera podido pasar; es decir, lo que no puede pasar, lo que no puede existir…» (Russ en Jackson, 1986:19).
Esta especie de disloque en la narrativa, opera en un territorio discusivo siempre dual. Dice Jackson que Todorov sostiene que una de las principales características es la «vacilación». Vacilación en la esfera del protagonista, éste vividencia momentos “extraños” en los que no sabe lo que está pasando, y esta confusión se la hace saber al lector, comparte con él esa zona de extrañeza: porque el escritor narra desde el punto de vista de la convencionalidad de lo real, de la objetividad, desde la búsqueda de explicación de un hecho insólito de los acontecimientos (cfr. Jackson, 1986:25), eso le hace compartir la incertidumbre. En este sentido, la polifonía y el oxímoron son los elementos estéticos fundamentales del Fantasy. De esta manera, el fantasy puede sustraerse de la interpretación, ya que genera un espacio discursivo que actúa en base al principio de incertidumbre: no podemos decidirnos por una u otra interpretación, no sabemos a ciencia cierta cuál es la más adecuada. Los caminos interpretativos se amplían ostensiblemente. De hecho, El fantasy es como una “herida”, según Bataille, que emerge al lado de lo real. Esta herida nos algo ameno, maravilloso sino algo que daña –o molesta- las concepciones discretas, normalizadotas, moralizantes, del mundo base (Jackson, 1986:20).
Por último, resta señalar que «La visión borrosa del protagonista y su ignorancia conforman la perspectiva más “objetiva” posible. Y al mismo tiempo, no se puede distanciar su experiencia como el mero producto de una mente afiebrada, porque la voz narrativa es más frecuentemente un “él” que un “yo”, excluyendo de esta forma la posibilidad de descartar el relato como algo peculiar a esa mente o subjetividad individual. (…) no es el sueño de un “yo” sino la realidad de un “él”» (Jackson, 1986:27).
En resumidas cuentas, cuando hablamos de fantasy, hablamos de cuatro características fundamentales: invisibilidad (o distorsión en la mirada de lo que se narra)/ imposibilidad (o ampliación de los posibles)/ transformación (metamorfosis: Kafka, por ejemplo) e Ilusión desafiante (cuestionadora de la Doxa, de statu quo, del orden vigente).
Bibliografía:
Jackson, R.: Fantasy. Literatura y subversión. Bs. As., Catálogos Editora, 1986, pp. 11-38.
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